jueves, 25 de agosto de 2011

Escondite lejano

Miro de cerca el puente rojo, sin embargo aquí no huele a río. Tomar sorbos en este sitio, no ha sido una elección; porque en mí, hace años ha enraizado un gusto por la bebida oscura caliente, que en este instante disfruto bebiendo en una taza vieja que resalta el color de las olas que se estrellan en sus paredes blancas.
Bajo mis pies, soezmente cubiertos, cientos de ajedreces duermen en silencio. Sospecho que manos atestadas de estética se han empeñado en que se maticen de azul y blanco, un atuendo que me hace insolente como alfil en este juego cuadriculado. La belleza de esta alfombra atrae mis miradas dispersas y elevo mis palmas para no profanar belleza baja.
Metido hasta el ensanche de un callejón alcanzo a ver a lo lejos la Plaza de Comercio, lugar de honores a una oxidada estatua ecuestre, se observa amplia, pero las paredes de Augusta me aprietan para no dejarme salir al final de esta rúa. Mientras supero esta batalla, me zumbo crema de cacahuate engendrada en lejanas fincas y envuelta en harinas blancas.
Me antojo subir a las piedras calizas mediterráneas y abrirle a mis ojos las ventanas de Algarve, pretendo mojar mi piel y uñas en las aguas tibias de este mar algoso verde. Ahora distingo que una pared se asienta enfrente, uno a uno mis sentidos se develan, un aparador cristalino me confina. El movimiento de los vendedores de Rúa Augusta y del mar de Faro has sido solidificados en este sitio.
En un sitio donde mi cuerpo daría sólo ocho giros sin tener que golpearse en las paredes, han encapsulado al cadencioso Portugal. Han robado instantes de esa tierra lejana para sembrarlos en una avenida con banquetas rotas también. Han construido estantes delicados para vender alientos de sol. Han puesto fuego para oler a casas blancas de campo y me permiten entrar a este resguardo de colores azulejos a mirar la luz inagotable de un farol portugués que quizás allá, en los callejones viejos de Lisboa se haya apagado ya.

Café Lisboa
San Luis Potosí, Col. Roma, México, D.F.