martes, 26 de diciembre de 2017

Un hombre y una mujer blancos



Un hombre blanco de unos sesenta años batallaba para utilizar la máquina que cobra el estacionamiento público.  
Una mujer blanca de unos treinta años baja de una camioneta negra hasta que alguien  le abre la puerta. 

El hombre blanco parecía esforzarse por saber cómo introducir las placas de su auto en la máquina.
La mujer blanca con lentes oscuros parece querer cubrirse del sol y de la mirada de los demás.

El hombre blanco pide ayuda a un joven de la fila que él mismo ha ocasionado debido a su tardanza.
La mujer blanca avanza mientras otros dos autos negros se estacionan justo detrás de la camioneta.

El hombre blanco viste unas bermudas azules, zapatos de vestir y una playera tipo polo.
La mujer blanca viste jeans rotos a la altura de las rodillas y una chamarra deportiva que dibuja una pantera dorada.

El hombre blanco presta su tarjeta bancaria al joven para que éste pague el parking por dos horas, lo que costará un dólar.
La mujer blanca le entrega un sombrero al hombre que la sigue para guardarlo en la camioneta de cristales polarizados.

El hombre blanco agradece la ayuda con una moderada sonrisa y se disculpa por no utilizar a menudo el servicio de parqueo público.
La mujer blanca es seguida, hasta entrar en una cafetería, por tres hombres vestidos de negro que hablan por radios y se miran entre sí.

El hombre blanco dispone el ticket del parquímetro en el interior de su auto Bentley blanco deportivo cuyo costo ronda los 240,000 dólares.  
La mujer blanca posee un séquito de una camioneta Suburban que cuesta 1,100, 000 pesos, más dos autos, sumando un equivalente a 90,000 dólares.

El hombre blanco está en un estacionamiento público de la calle 42 en Miami, Florida.
La mujer blanca está en Avenida Explanada en Las Lomas, Ciudad de México.

El hombre blanco es americano, paga el parquímetro con dinero americano y el chico que le ayudó es americano.

La mujer blanca es mexicana, paga el  desayuno con dinero mexicano y todos sus guaruras son mexicanos.

jueves, 28 de septiembre de 2017

Ayer y hoy Condesa



Hoy estás triste
Un poco más que yo
El ruido es poco
El lamento es mucho

Hoy te has llenado
De gente llorando
(la que te quedamos viva)
Los demás se han ido
Y algunos para siempre

Ayer cautivaste por tu encanto
De señora distinguida
Hoy el polvo te visita
Y la sangre te destila

Ayer verde eras
Y los camellones te lucían
Hoy tus arbustos se atormentan
Parecen entrar en agonía

Ayer servías platos ostentosos
Entre lienzos distinguidos
Hoy sobre tu suelo reparten víveres
Que nutren a los generosos

Ayer modelabas en delicadas fotos
Que presumían tus encantos
Hoy plasman tu desgracia
Para llenar las notas más oscuras

Ayer eras la Condesa
Donde los días yo vivía
Hoy eres la reina
De las penas ajenas y mías

Ayer y hoy eres noble
Por tu nombre y por tu historia
Ayer y hoy estás viva
Aunque devastada y triste por ahora



* A mi compañera por 11 años

jueves, 27 de julio de 2017

La catedral


Un hombre gritaba 
“yo no me voy a morir nunca”
Afuera de la catedral
La gente pasaba de frente
En silencio cavilaban distinto o igual

Los gritos salían con tremenda fuerza
Anunciaban miedo, un rechazo, una negación
Sin edad el alma con cabellos blancos

No aceptaba su finita condición

Entre cientos repetía su voz a cada hombre
Con irracional reclamo de no saber quien es 
Todos tiraban a loco el mensaje del loco
Aunque en el fondo desearan creerle bien

El clamor no se detuvo nunca en las paredes
De la catedral metropolitana
Ni se enredó en sus rejas inmóviles
Voló sigilosa por la calles de la ciudad 

Entonces bajé escaleras hacia el metro
Escuchando una conversación interna
Con el alma de aquel hombre necio
Que discutía con la mía indefensa

Los gritos de aquel mortal vivo de la catedral
Me acompañaron por varios días
Hasta despertar esta mañana
Gritando en silencio “Un día yo estaré muerto”