lunes, 22 de octubre de 2012

El teatro, un ojo y yo


Miré al cielo triste
Triste al cielo miré
Triste el cielo
Triste yo

Miré al mar grande
Grande al mar miré
Grande el mar
Grande yo

Miré un cuerpo sucio
Sucio un cuerpo miré
Sucio el cuerpo
Sucio yo

Miré el viento quebrantado
Quebrantado el viento miré
Quebrantado el viento
Quebrantado yo

Miré la muerte obstinada
Obstinado la muerte miré
Obstinada la muerte
Obstinado yo

Miré la vida hermosa
Hermoso la vida miré
Hermosa la vida
Hermoso yo

Miré un ojo enamorado
Enamorado un ojo miré
Enamorado un ojo
Enamorado yo

Julio 11-Octubre 22

martes, 28 de agosto de 2012

Mi planta sabe



Hoy sé que las plantas saben de la noche
Ayer no supe que hoy lo sabría
Mañana sabré para quizás olvidarlo
Lo de la plantas
Lo de la noche nunca

Que abre sus hojas para recibir al sol
La escuché pidiéndole colación
Pequeña aunque pegada fuerte a la tierra
Comió luz para engrosar los brazos
Vistió de verde creída libre

En las penumbras recoge sus enaguas
Tiempo de descansar la noche larga
Para hilvanar sus heridas bravas
Con cantos de nubes blandas
No hagas ruido, que mañana ella canta

Pétalos verdes
Pecas color del ámbar
El que la mire de día
La sueña de noche
Para jamás olvidarla

Hoy sé que las plantas saben del día
La mía irradia al compás de venus
Come tranquila para saborear sus ganas
Come de día como planta
Para darme flores mañana 

Agosto 2012

lunes, 23 de julio de 2012

El adulto


Me he hecho el adulto
para creer que ya no tengo miedo
para de tonto esconderme en una casita de bajo rédito

Me he hecho el adulto
para pensar que mis padres empiezan a estar viejos
para de tonto enseñar el mundo a los pequeños

Me he hecho el adulto
porque no puedo detener el tiempo
aprovechando los años he desperdiciado mis sueños

Me he hecho el adulto
para ocultar que de vez cuando quiero un beso
de mi madre cuando me vestía para salir al viento

Me he hecho el adulto
para quemar juguetes de viento
para pretender construir aquellos de carne y hueso

Me he hecho el adulto
sin saber que no existe el tiempo
veo que de niño nací y de niño me voy muriendo


sábado, 30 de junio de 2012

A D.C. le haces falta




A las calles con letras nombradas
Parece que les han arrancado el alma
A los parques de presidentes marginados
Se les han secado las primeras ramas

Los ciclistas con cascos todos
Parecen su rumbo haber olvidado
Los museos nacionales se han agrisado
Con visitantes automáticos y largos

El calor del sol quema la ciudad
Rostros frágiles deambulan cansados
Mártires de una ciudad abandonada
Aparecen caídos en las esquinas masacrados

Reciben ciegos compradores las tiendas
Los aparadores están vacíos y desordenados
El café ahora está frío y sabe quemado
Será que la máquina hoy no te ha mirado




A D.C. le haces falta
A lo ancho de su lánguido día
Se queja de las horas venideras
En que no será tu morada

A D.C. le haces falta
A su río no lo acompañas
Por la mañana fresca
Ni por la noche larga

A D.C. le haces falta
A sus monumentos no retratas
Ni por su obelisco alto
Ni por tener una casa blanca

A D.C. le haces falta
Y a mí de pasada
Que me quedé más días
A tratar de consolarla


District of Columbia
June 2012 

viernes, 22 de junio de 2012

La mayor bendición del amor



 Del  Amor

Qué bendición
que no tiene cuerpo, para que nunca muera
Qué regocijo
que no tenga medida para que siempre quepa
Qué alegría
que no tiene color para que nunca se borre
Qué honra
que no tenga piel para que nunca envejezca
Qué acierto
que no tiene tiempo para que nunca termine
Qué maravilla
que no tenga sabor para que nunca harte
Qué complacencia
que no tenga temperatura para que nunca se evapore
Qué cordura
que no tiene voz para que nunca calle


Aún la mayor
Bendición
Regocijo
Alegría
Honra
Acierto
Maravilla
Es que tenga tu nombre para que siempre lo llame
Y si el mar me ahoga y si el aire nos separa
Y si antes pierdo todos, todos los sentidos que Dios me ha dado
Qué bendición
que viva en mi alma que nunca acaba 

D.C.

lunes, 21 de mayo de 2012

Ayer me acordé de Sao Paulo



De manera constante hay terrenos de la creación, personas con gestos, árboles, edificaciones hechas por humanos y trozos de calles o alguna completa que me recuerda una emoción, que me recuerda, porque en el re, me vuelvo a asir de la cuerda.

Cada uno de esos cuerpos y escenarios entra por la pupila y ordena engendrar una imagen en mi mente, limítrofe a un sentimiento. La mayoría de las veces intento que esa memoria me deje una alegría, un placer. ¿Pero qué boca ha dicho que el placer no duele?.

Ayer, mientras rodeaba Ciudad Universitaria, montado en una bicicleta prestada. Vi un espacio que por muchos años he admirado. Por su única carga histórica, artística, social y progresista. Ciertamente produjo en mi interior muchas emociones, múltiples admiraciones y una retrospectiva.

Durante el recorrido, el sitio objetivo fue la Rectoría. La explanada de los edificios cubiertos de azulejos, otras pintadas a mano que muestran la historia de estas tierras y de sus alrededores. Estas obras se volvieron mi meta en el circular arribo, pues muchas veces las había observado y elogiado desde una posición lejana, torpe e infecunda, andando en automóvil desde la Av. Insurgentes.

Llegar pedaleando en esfuerzo físico. Recorrer las cuadrículas maniobrando en mi trasporte fue un juego divertido y de renovación para mis entretenimientos infantiles. Admirar las fastuosas escalinatas. Buscar y descender por la rampa para seguir recorriendo los jardines.

Jugar a revolotear los ojos para encontrar un ventilador amarillento y después un monitor dentro de las oficinas centrales. Contar las lámparas de piso que imaginé semejantes a enormes pelotas de un campo mexica, sólo que en estas de piedra rojiza, podría hasta sentarme a descansar.

Dirigirse hasta las construcciones más bajas para poder comprobar con mis propias palmas que eran azulejos los que integraban el mural, mientras me dejaba hurgar y deslumbrar por el sol complaciente, también acompañante de mi visita matutina.

Y ver los pasos, los túneles que me echaron en cara otra ciudad, otra tierra, otra humedad. Ahí vi y me regocijé con la líneas arquitectónicas que emularon Sao Paulo.

Los formadores de este emporio con sus calles, sus verdes, sus silencios y sus grietas tuvieron que estar en sintonía, tuvieron que conversar en algún momento o por años con los paulistas. Hojearon los mismos diarios o pienso que respiraron los mismos aires que de norte a sur viajaron.

Ahora ya no sólo tendré el túnel del Museo Nacional de Antropología para sentir y soñar que a Sao Paulo viajo.

Vendré a Ciudad Universitaria a rodar entre sus verdes explanadas, a maravillarme con piedras volcánicas, a ver carteles de movimientos estudiantiles, a observar niños y viejos caminando en las cortes escolares.

Apareceré y bajaré una pendiente de piedra que fue domada hasta quedar lisa para mi trote. Andaré entre pasillos abiertos y ahí, le daré otro beso a mi acompañante que también viajó a Sao Paulo, no por lo que sus ojos veían,  por lo que yo entre voces y  silencios le contaba.