lunes, 26 de diciembre de 2011

EL POEMA POR ESCRIBIR

18-12-2011
9:00 p.m.

Guardé una flor entre mis cuadernos. La sustraje de terrenos lejanos. La escogí para mí, para palpar sus colores con mis manos. Esta noche con ganas de escribirte, busco entre las cuadrículas una hoja en blanco. Que los pétalos se han separado descubro. Quizás reservan para nuestra historia, múltiples espacios.

Días atrás, el hecho relatado. Al presente, mis pensamientos están de ti inundados. Caminas en ellos y mientras te observo, melodía florece en automático. Será que ya te quiero, ni siquiera lo he pensado. Recuerdo la tarde cuando mis oídos lo escucharon de tus labios secos y semilla no fue sembrada, germinó en poema anhelado.

Mis ojos te miran y no estás a mi lado. Mi piel te siente y ya estás sobre el océano. En tierra firme mis pasos prolongarán sus jornadas. Tus andanzas llegarán a Tierra Santa desde el mar salado. Donde tus manos acariciarán mi rostro a pesar de la distancia, que fenece cuando mi alma abraza la tuya en tormenta quieta y sueño vivido encantado.

De noche consigo tu calor y pido al sol que no aparezca, que no ocasione ruido que me despierte y no te encuentre a mi lado. En la oscuridad te veo y en la mañana me tomo de tu mano. El cielo ha iluminado nuestras calles para juntos caminar acompasados. El mismo café caliente me grita que me deleite con tu belleza que el Autor te ha obsequiado.

Hoy repaso tu piel que me ha revelado resquicios que me invitan a acercar las manos. A escribir con mis dedos sobre ella la historia de dos en un aliento fusionados.

Guardé una flor entre mis cuadernos para apartar una hoja en blanco. Para escribir nuestra vida en múltiples capítulos por cada pétalo encontrado. De cuando estás lejos y de cuando estás cerca, siempre a mi lado.

sábado, 24 de diciembre de 2011

La rama

Estando en la casa de Orizaba donde crecí, recordé los coplas que salía a cantar en fechas decembrinas cuando fui niño. Siendo un poco adulto pienso que soy un niño, cuando fui un niño pensaba que era un poco adulto. Sé que siempre vivo hermosos momentos.

Aquí las coplas que tantos años canté:

Ya llegó la rama
Quítense el sombrero
Porque en esta casa vive un caballero
Vive un caballero, vive un general
Yo pido licencia para comenzar

Naranjas y limas
Limas y limones
Más linda la virgen
Que todas las flores

En un portalito, de cal y arena
Nació Jesucristo por la Noche Buena

Yo no quiero vino
Ni quiero cerveza
Yo lo que quiero
Es pasar a la mesa

Zacatito verde
Lleno de rocío
El que no se tape
Se muere de frío

A la media noche
Un gallo cantó
Y en su canto dijo
Cristo nació

Cristo nació
Por ser poderoso
Y ahora tenemos
Un niño gracioso

La calaca
Tiene un diente, tiene un diente
Y la muerte tiene dos
Si no me dan mi aguinaldo, mi aguinaldo
Ya lo pagarán con Dios
¿No copera pa´ la rama?

*Ya se va la rama muy agradecida
Porque en esta casa fue bien recibida

*Ya se va la rama muy desconsolada
Porque en esta casa no le dieron nada

(canción popular)

* Depende del recibimiento en la casa donde se canta la copla.
Por supuesto, hay más respuestas que las aquí transcritas...

miércoles, 7 de diciembre de 2011

Cuando lo efímero

Sé de mi piel cuando quedas enfrente
Cuando estás ausente acerca de mí no sé

Pienso en el aire interludio cuando tus ojos me miran
Cuando en otra tierra reparas bufa pensativa la lejanía

Vibro oscilante cuando tu calor cobija
Cuando tu partida enfría temblante palpito

Río imperturbablemente cuando tus voces suenan
Cuando tu eco declina, aún no lloro, pero imposible la risa

Gozo en respiros cuando tus manos me acarician
Cuando tus pies se alejan, letargos apenas resisto

Te siento cuando cierras ventanas tempestivas:
Puntos y seguido se plasman de un capítulo furtivo
Te siento cuando abres puertas que me invitan:
Se escriben relatos de la obra completa de mi vida

jueves, 3 de noviembre de 2011

RESEÑA: La dama de las camelias

La capital francesa produce tantas historias como cualquier ciudad enorme, ya sea admirable o grotesca, pero ninguna logra que tantos de sus millares de sucesos ocurridos por segundo sean contados y por lo tanto, conocidos.

Margarita, una mujer de cascos livianos, bella por fuera y sorpresivamente cada día más hermosa por dentro, vive de las rentas de sus múltiples amantes. Se ha colgado del cariño fraternal del Conde de G. al que sólo le vende la contemplación de su rostro y al que repulsa, pues en su vida acelerada predica que la vejez no posee gracia y que “cuando te haces viejo no eres paciente, pues te das cuenta que no eres eterno”.

La transformación de la mujer que 25 días al mes porta camelias en blanco en todo sitio público en que se presenta, inicia de la mano de Armando, un joven que cae cautivado al verla por primera vez en el teatro y que está dispuesto a dejar su monótona existencia para descubrir todo lo que una pasión ensamblada a un afecto pueden producir.

Se tejen marañas, se hilvanan sentimientos ardientes, una historia que ocurre en la Francia cosmopolita y se traslada al campo, pues la ciudad termina por aburrir a Margarita, que al amar el cuerpo al que se entrega gradualmente se permite un descanso, un consuelo, quizás como una reivindicación que le acicale el alma.

“Cuando la vida en París no me enardece, me aburre, y entonces tengo aspiraciones súbitas a una existencia más tranquila…” leer esta frase que llevó a esbozar en mi mente los campos tersos y verdes, llenos de árboles frutales y el amor de Margarita y Armando rondando en este paisaje me dirigió, también súbitamente, a un recuerdo recóndito, me hizo sacar de un cajón abandonado en el cuarto de las prácticas cotidianas los recuadros de televisión en los que el amante busca y se entrega a su conquistada en la casa campirana. Casi al final de la obra descubrí que ya había tenido un contacto con esta historia, que el rostro de Armando ya tenía forma en mi mente y comprendí que la vida nos dirige hacia lo que apetecemos, ya de nosotros va continuar la historia o cerrar de carpetazo nuestros anhelos.

La celebración más próspera de haberme introducido a la novela de Alejandro Dumas es que la próxima vez que goce de visitar París, podré detenerme por un instante en la calle de Antin #9 a enterarme de qué color, ese día, la dama porta su camelia.

Y si en su ataviado día, me mira por unos segundos, le preguntaré por qué lo ha elegido.

martes, 18 de octubre de 2011

Tarde de domingo en Ciudad de México

Afuera de mi departamento imponentes nubes grises caminan a paso lento, son sábanas sucias y arrugadas que se amontonan en la cama del viento

Adentro de mi departamento, yo acostado escribo del cielo. Discuto de esa tela externa, pues cuando de mi piel hablo, temo lo que encuentro dentro

Afuera de estas paredes adivino que hay rostros sonriendo, ruedas aburridas girando, pies que se agotan y agua hirviendo

Dentro de esta caja decido permanecer para sin cuidado acariciar mi pelo, a cada momento basta mirar afuera para comprobar que mi augurio está ocurriendo

He aprendido que es más desafiante y misterioso escarbar en la galaxia que contiene mi confinado cuerpo que en absurdos mundos callejeros, burdos y de voz con huecos

Quizás ya he recabado las semillas suficientes para cosechar campos que me den sustento, quizás los frutos están en mis hombros y en mis rodillas la raíz de mis comienzos

Bastará con salir al balcón para recoger gotas que mis poros absorban y a los deseos de mi alma pongan contentos, es momento de agradecer a las nubes que (a mi casa) trajo el viento

 
16/Oct/2011
Ciudad de México, 5:55 p.m.

jueves, 25 de agosto de 2011

Escondite lejano

Miro de cerca el puente rojo, sin embargo aquí no huele a río. Tomar sorbos en este sitio, no ha sido una elección; porque en mí, hace años ha enraizado un gusto por la bebida oscura caliente, que en este instante disfruto bebiendo en una taza vieja que resalta el color de las olas que se estrellan en sus paredes blancas.
Bajo mis pies, soezmente cubiertos, cientos de ajedreces duermen en silencio. Sospecho que manos atestadas de estética se han empeñado en que se maticen de azul y blanco, un atuendo que me hace insolente como alfil en este juego cuadriculado. La belleza de esta alfombra atrae mis miradas dispersas y elevo mis palmas para no profanar belleza baja.
Metido hasta el ensanche de un callejón alcanzo a ver a lo lejos la Plaza de Comercio, lugar de honores a una oxidada estatua ecuestre, se observa amplia, pero las paredes de Augusta me aprietan para no dejarme salir al final de esta rúa. Mientras supero esta batalla, me zumbo crema de cacahuate engendrada en lejanas fincas y envuelta en harinas blancas.
Me antojo subir a las piedras calizas mediterráneas y abrirle a mis ojos las ventanas de Algarve, pretendo mojar mi piel y uñas en las aguas tibias de este mar algoso verde. Ahora distingo que una pared se asienta enfrente, uno a uno mis sentidos se develan, un aparador cristalino me confina. El movimiento de los vendedores de Rúa Augusta y del mar de Faro has sido solidificados en este sitio.
En un sitio donde mi cuerpo daría sólo ocho giros sin tener que golpearse en las paredes, han encapsulado al cadencioso Portugal. Han robado instantes de esa tierra lejana para sembrarlos en una avenida con banquetas rotas también. Han construido estantes delicados para vender alientos de sol. Han puesto fuego para oler a casas blancas de campo y me permiten entrar a este resguardo de colores azulejos a mirar la luz inagotable de un farol portugués que quizás allá, en los callejones viejos de Lisboa se haya apagado ya.

Café Lisboa
San Luis Potosí, Col. Roma, México, D.F.

domingo, 31 de julio de 2011

El mexicano, su mundo y yo

En confesión de un privilegio cotidiano, confieso que cada mañana cuando llego a mi oficina, a ese espacio de trabajo en el que diariamente el reloj deja avanzar nueve o diez horas, me recibe "El mexicano y su mundo". Un mexicano radiante que tiene espalda café, aunque su alma es muy verde, verde bandera mexicana.

En la recepción el mexicano baila, el mexicano luce en movimiento, disparatado y en armonía al mismo tiempo. Pero creo alcanzar a ver por detrás un monstruo que quiere atacarlo, una especie de alebrije con cola de escorpión, quizás la propia danza que observo es una huida, quizás no está gozoso y cada vez que le miro está a punto de derrumbarse.

La escena es de muchos colores, a veces hasta parece despedir olores de humedad, ese aliento de tierra mojada que desde pequeño me encanta respirar. En el escenario aparecen muchas formas, unas de animal/niño y otras de fruta/estrella. Parece que los actores nunca descansan pues han sido dotados de energía, de esas valiosas vibraciones de vida dentro de la vida.

Aunque el entorno de bienvenida es dominante, los otros mexicanos que trabajan en este edificio como yo, rara vez se permiten alzar los ojos y ver al mexicano y su mundo; Sin embargo, sucede un fenómeno turístico, pues muchas de los continuas delegaciones de extranjeros que visitan la Cancillería, sólo al escurrirse por las puertas giratorias se detienen y maravillados observan el acto, en el cual no participan sino como espectadores extraños sentados en una butaca escondida.

La escena fue coloreada en 1967 por Tamayo, fue plasmada en esa década en movimiento, donde sí ocurrían cosas y los mexicanos les daban nombre. 44 años después llego todos los días de entre semana al edificio de trabajo y cuando pienso que no tengo prisa (deseo que sea diario), me detengo a ver al mexicano, a su mundo; y me excita verme danzando y corriendo en un mural pintado quince años antes de que yo llegara a mi mundo que ya habíase pintado.

jueves, 30 de junio de 2011

Por si no te vuelvo a ver

Te escribo estas letras durante una noche clara
Para decirte que mis ojos aún te miran
Para decirte que algunos días te me olvidas
Te escribo estas letras en una mañana llana

Te escribo estas letras sin color ni juicio
Porque negar que me tientas me quita un respiro
Porque negar que me tientas me mantiene vivo
Te escribo estas letras con matiz y ritmo

Te escribo estas letras con sonrisa en las manos
Será que mi piel guarda tus tiernos recorridos
Será que mi piel guarda dos golpes hendidos
Te escribo estas letras para no gritar de alivio

Te escribo estas letras sin solicitar al destino
Por si no te vuelvo a ver en mis años
Por si no te vuelvo a ver en el camino
Te escribo estas letras de un amor perdido

martes, 28 de junio de 2011

Uno de los dos miente

En una lejana y hermosa villa famosa por ser enorme y tener muchos pobladores, hay un misterio por resolverse. A este lugar llegan y salen miles de personas montadas en gigantescas aves todos los días. La villa está llena de casas muy altas, hechas de ladrillos rojos y grises que impactan a los visitantes por estar amontonadas cerca del río.

En la vereda 45 West hay una elegante posada de ladrillo gris arena a la que ha llegado un viajero llamado Dominico. El huésped luce como un hombre refinado e inteligente. Por su acento, parece venir de uno de esos países donde abunda el arte, la exquisitez y donde hace cientos de años vivieron magníficos reyes.

Cierta mañana, en esta posada que ofrece confort, sofisticación y una excelente ubicación a la mitad de la villa, ha ocurrido una tragedia cuya verdad solo conocen dos individuos: el distinguido visitante y la mujer que lava los tapetes.

A pesar de que ella todos los días limpia esmeradamente tapetes y otros lienzos del lujoso mesón, es conocida por tener unas bellas y delicadas manos color oscuro. Pero al amanecer de aquel día uno de sus admirados miembros ha sufrido un grave daño, la joven de 32 años rápidamente ha revelado que ha sido lesionada, que ha sido ultrajada ferozmente. El secreto está en saber si Dominico por perversidad, ha golpeado la puerta de su habitación para lastimar y herir a la mujer que proviene de una aldea aislada llamada Guinea, o ella, intencionalmente se ha lastimado sus antes intachables manos mientras hacía otras tareas y con maldad y ventaja, ha querido culpar al viajero.

La única verdad es que alguien miente. La disputa y el enigma se podrían solucionar si uno de los dos sujetos pudiera reconocer su falla y culpabilidad; pero uno de ellos, desde su soberbia, no lo declarará.

A la vieja ama de llaves de la posada, este misterio le recuerda cuando hace años, dos pequeños que sentados a la mesa comían acompañados de sus padres, tiraron el hermoso y más lujoso jarrón que la casona haya poseído. Aquella ocasión, el niño mayor apresuradamente habló para culpar a su hermano del accidente, pero la rubia criaturita con una cara de inocencia no tardó en regresar la acusación con su pequeñito índice. El jarrón, que cayó quebrándose en miles de trozos al suelo, nunca se supo quién de los hermanos lo tiró.

Dos misterios no se han podido resolver. La verdad no ha llegado a destellar porque alguien, una persona, ha mentido en la Posada Sofitel dos veces.



lunes, 30 de mayo de 2011

mañana

Magnana
ma ñana
man i ana
ña na ma

M. a. ñ. a. n. a.
Na ña ma
ma ni ana
ma ña na

Mania na
maña na
maniana
mñn aaa

¿Cómo será escrito?

.

martes, 17 de mayo de 2011

Cuando Mañana

Me pregunto si mañana un luminoso rayo de sol quemará la frágil piel de mi izquierdo brazo y me ardiera tanto como escena similar veraniega he experimentado, que en mi mente fantasiosamente repito en cotidiano.

Me pregunto si el mañana vendrá después de que el sol se oculte, después de oscura y silenciosa noche. Me pregunto si mañana tiene que ocurrir mañana. Me pregunto si la fotografía adelantada de una sonrisa limpia no puede ocurrir antes de mañana. Le pregunto al mañana qué si cuando él venga la sonrisa se desdibujara en el papel impreso o qué si aquel que facilitó el gesto decide cerrar los labios; entonces la risita hoy ocurrida recordaré mañana.

Me pregunto si mañana veré el mañana. Porque seguro habrá mañana pero quizás yo no en él. Quizás mis ojos no miren y juzguen el mañana. Quizás mis manos no toquen los troncos de los árboles que nacerán en el siguiente día, ni las hojas de este otro árbol que vive y miro hoy. Quizás mañana no tenga la shncrutranavra* que me provoca el olor de lluvia, que me ocasiona el piso mojado que ahora mojas mis piernas y parte de mi espalda.

Me pregunto tantas cosas de la cara del mañana, porque tal vez me da miedo verle los ojos al hoy. Estoy aterrado de verme de pie en la estampa en movimiento de este instante. Tiemblo ante los abrazos vestidos de incertidumbre, cuando ya mis manos en ese nanosegundo acarician los favores del mañana.

Mañana: Suelta mi brazo, permite que dance este baile, que gire incesantemente sin saber ni pretender saber si armoniosamente lo hago. Deja de extenderme la mano para invitarme a bailar una pieza incierta. En este salón seguirás danzando y si en un giro rozo tu mano es porque la melodía ensamblada de un recuerdo y un sueño ya haya iniciado.

*Lo más cercano en español es: Júbilo

miércoles, 4 de mayo de 2011

Entrevista a mi padre

Cuarenta kilómetros por hora y el viaje inicia sobre un camino húmedo, inicia debajo de los rayos de un sol de abril, aquel que quema mis brazos que se plantan rígidos al volante. Esta marcha ha roto los estándares de disfrute que me he impuesto para mis recorridos por carretera, los he quebrado involuntariamente y no he podido hacer algo ni con las manos ni con la boca abierta para detenerlo.

Sesenta y cinco kilómetros por hora y mi copiloto posa a mi lado, es mi padre que ha decidido acompañarme, ha decidido hacer parte de su recorrido a mi lado. Por ello no podré escuchar la música que más me gusta al volumen exacto que disfruto para el inicio de una canción, para el de un insípido coro, o el estruendo para la frase en portugués que entiendo a medias, pero que convierto a mi antojo.

Ante las condiciones de un probable allanamiento, decido mirar a mi acompañante, echar un vistazo de reojo y descubro que tiene los brazos perfectos; noventa kilómetros por hora; los brazos idóneos para el abrazo más franco que pueda recibir, tiene la mirada dotada para cuidarme y tiene las palabras precisas para contarme la historia más interesante que pueda escuchar.

Le miro de reojo y empieza a despertar en mí un deseo de interrogarle, de extraerle sus conocimientos, ideas, puntos de vista, experiencias; ciento treinta kilómetros por hora; y si me animo y me lo permito, hurgar en su corazón de 59 años… se aviva dentro de mí el deseo de conseguir eso de él.

Me cuenta que vivió en la misma ciudad que yo, giramos una curva; noventa y cinco kilómetros por hora; me dice que su hermano menor era un poco más aventurado que él, vamos pasando una fábrica de automóviles alemana; me confiesa que sufría de condiciones precarias cuando iba a la primaria, sin decirlo, sé que sus brazos han hecho todo para que yo evite esa aspereza; un enfrenón; además el color y las huellas de sus manos lo van gritado; ciento cuatro kilómetros por hora; me cuenta que conoció una chica, una que me ha regalado su sonrisa y empieza a proveerme una a una las pecas de sus brazos.

Me cuenta y yo le escucho. Ya no es necesario hacer cuestionamientos, sus palabras fluyen dejando ver puntos de vista similares entre nosotros; ciento veinte kilómetros por hora, quizás el pequeño molde va al volante y a su lado el del pastel más grande; por fin he entendido el acomodo de los moldes en la pastelería, el pequeño se guarda en su molde papá, cuando tiene miedo.

Me he montado la escena perfecta para una entrevista, sentados lado a lado, hombro a hombro; ciento quince kilómetros por hora; y sin vernos a los ojos , identifico esos brazos, esos bastidores con la forma perfecta de mi espalda, más grandes que mi cuerpo completo cuando había vivido sólo un día.

Hoy mi entrevistado resolvió acompañarme 300 kilómetros de una carretera peligrosa, pero un día atrás, ha decidido ir a mi lado por 28 años y sé que sentado, parado, cansado, con frío, lastimado y enfermo siempre estará a mi lado.

Copiloto: Cada vez que te vea, empieza a hablar y cuéntame todo lo que quiero oír.

viernes, 8 de abril de 2011

LA RECÁMARA

Retardo mi aliento exhausto en este espacio
Para dejar que el aire ventile mis entrañas
Deshebro en este cuarto entre mis manos el tiempo
Para descubrir que cuando duermo soy perpetuo

Radiaciones incitan la mirada a labor de trasiego
Y en la oscuridad cortinas guardianas se rinden sin miedo
Perfumes de supervivencia y frutas trenzan destellos
Me acuerdo de hace miles de días y aturdo el pecho

En esta morada pinto mi piel y nudos ordeno
Los colores corren sus tintas que deprecian mi cuerpo
Mis pies a lastre carcomido por mi andar quedan sujetos
Voces estridentes fastidian mi engranaje ciertamente lento

En esta piedra del sueño y fantasía me recojo
Refugio donde mi alma platica de la mano con mi cuerpo
Lo que no hago con los pies sobre el suelo
Afablemente lo ejecuto con los pies al vuelo

Aquí aguzo la mirada hacia fachadas que recolecto
Aquí las sábanas acarician mis francas pieles
Aquí me escucho gritar para callar mi miedo
Aquí ataviadas mis piernas deciden yacer riendo
Aquí me encuentro pequeño ante la dilatación de mi universo
Aquí donde más tiempo miro al cielo

Incluso sospecho que solamente aquí soy yo
Impulsivo
Despojado
Perturbable
Adormecido
Horizontal
Incluso sospecho aquí, que no me conozco

jueves, 31 de marzo de 2011

DESIERTO

He aprendido a estimar su belleza
Sus arenas finas y brillantes han sido cálidas
En sus montículos se deja ver su sonrisa
En las cuevas de la planicie el claro de su mirada

No he encontrado un rincón de asperezas
Sobre sus campos vuelan las aves ligeras
El aire acaricia sus exuberantes mejillas rojas
En la llanura de su pecho se antoja pasar las horas

Bajo rayos de sol habla contento
Bajo las nubes nocturnas descansa en silencio
Las cicatrices de huellas borra arrogante
Debajo de su piel cobija bellos insectos

Admiré tantos años los verdes de infancia
Que creía horrendos los espacios de Arabia
He girado los mapas a cortas y largas distancias
He hallado los polvos más bellos y suaves en casa

Bailo y agito las arenas de esta cúspide encantada
Bailo, ciertas me impregnan y otras vuelan tiernas
Bailo y el sol me regala una sombra gemela
Bailo en el desierto, entonces mi alma aletea

martes, 22 de marzo de 2011

El ratón y el gato

Por su propio bien, el ratón
Debería dejar de comer queso blanco y añejo
Por el bien de su intestino comer lechuga asiática
Por el bienestar de su pancita, gomitas de azúcar caribeña
Para lucir elegante un frac de lino nuevo
Por su propio bien, no caminar tras la cola del gato

Por su propio bien, el gato
Debería no dejar comida regada en el patio
Por el bien de sus bigotes, ser leal y honesto
Por el bienestar de su sueño comer maíz molido
Para conseguir ser bello, bañarse en arena a diario
Por su propio bien, no patear cuando duerme el ratón

Por su propio bien, el ratón, debería saber que hay más animales en la casa
Por su propio bien, el gato, debería retozar como par con el ratón lindante
El ratón no ha aprendido a producir su propio alimento
Y añora ser gato alto y de piernas largas, aunque odiado por el resto
El gato se siente el rey de la casa y a todo lo que ensucia y desordena
Invita al ratón a que lo limpie y al final le avienta sobras de alimento

El gato revisa a cada ratón para entrar a su estancia
Maullando, le cuestiona hasta cuantos pelos tiene, le toma foto
Y si quiere, lo deja pasar
El ratón le deja la puerta abierta, a veces ni se entera cuando entra
Nadie sabe lo que el gato mete a la recámara del ratón, quizás veneno
Adentro de boronas con saborizante artificial de queso

El ratón debería leer biografías de roedores célebres
El gato, ver documentales de felinos rapaces y felices

Ratón:
De que el gato te haga daño no te quejes
Ayer crucé tu puerta y estabas dormido
Acaso algún día despiertes

sábado, 26 de febrero de 2011

Mientras el destino

Esta calle no tiene final evidente
Los nombres de las mujeres terminan suave
Los cabellos de mi abuelo crecerán lento
Mientras dudo si las olas se acercan a mis pies o se alejan de miedo

Este durazno vacila el esmalte de su atuendo
Los ojos de la muñeca recuerdan para atrás
La mente esboza proyecciones efímeras
Mientras verbalizo lo que pienso y el dibujo se convierte eco

Esta nube viaja torpe al compás de anónimo viento
Los abrazos se dan a acreditados individuos
La mano y la mirada a quien suspiro
Mientras las ruedas giran y a Montevideo me separo y acerco

Esta carta blanca se escribe diciendo
La montaña es clara y el cielo negro
El calor invade cuerpos y el frío penetra huesos
Mientras borro lo que he escrito inmaculadamente lerdo

Sobre la mesa hay un mañana dibujado
La tinta la he reunido de cuantiosos ayeres
El papel es pétalo de cebolla tierna en llantos olvidados
La mirada pincela la vereda. Mientras el destino

viernes, 28 de enero de 2011

El Baño

El agua libremente corre en este espacio
Ayuda a lavar manchas de la piel y el alma
En este sitio, casi siempre cuadrado, habito
Habito por las mañanas y en las noches anido

Esta redonda butaca, fría, ordinariamente me espera
Cuando me siento, pienso detalladamente los días
Programo los inmediatos pasos que daré a la salida
Me levanto, rutina irreflexivamente tardía

Estas paredes son quienes mas veces me han visto desnudo
Les doy mi confianza, un vello pectoral, saben único
Nunca me dicen cómo se ve mi nuca
Me da tanta rabia nunca poder mirar, esa ración mía

En esta habitación, tramito miles de respiros
Mi corazón late más que en las calles
Mis pies sin vestido tocan charcos sucios
Mis manos limpian mi cuerpo despojado

Aquí miro mis ojos que me miran
Aquí riño para lustrar mi sonrisa
Aquí suavizo mi piel áspera
Aquí lavo mis cabellos sebosos
Aquí me sé sórdido y quebradizo
Aquí me renuevo, aunque sea un poquito

Incluso, sospecho que solamente aquí soy yo
Desnudo
Indefenso
Sucio
Frágil
Libre
Incluso, sospecho aquí, que no me conozco

martes, 11 de enero de 2011

La caída de la reina

Desde el momento en que vi las imágenes cuando cae Marisela, mi cabeza y un chip que tengo incrustado en mi pecho no se han serenado.

Marisela era una reina que vivía afuera de un palacio, porque adentro había un dragón. Un animal salvaje que se volvió soberbio, que ya no recordaba que era un sirviente de la corona. La reina se refugió enfrente del castillo. Afligida y abatida, todos los días derramaba lágrimas porque había perdido a su hija, la princesa Rubí, que años atrás había sido seducida por un bárbaro, un hombre de mal.

La reina era jubilada de la institución que resguarda la salud de todo el pueblo, llamada IMSS. Ella curó heridas y sanó enfermos por muchos años. Pero un mal día, su princesa le fue arrebatada, su princesa fue asesinada y quemada vilmente en un tambo en las afueras de la aldea, conocidas como desierto de Chihuahua.

Cuando la reina esperaba la sentencia para el verdugo confeso de la princesa, la Corte Imperial absolvió al bárbaro y sencillamente apuntó: “el tribunal absuelve por unanimidad a Sergio Rafael Barraza Bocanegra de la acusación que le hizo el Ministerio Público…”. Los caballeros de la Corte lo habían indultado, lo habían liberado.

En ese momento, en la Sala de la Corte se escucharon los gritos y lamentos más estruendosos que en el reino se hayan escuchado, era la reina y sus damas pidiendo justicia por la muerte de la princesa Rubí.

Desde ese día, la reina emprendió una lucha para exigir esclarecimiento en el asesinato de la princesa. Fue despojada de sus majestuosos vestidos y caminó errante por las calles, berreando y gimiendo por la perversa decisión de la Corte. En las marchas, se hizo acompañar de un séquito de otras reinas que habían perdido a sus propias princesas llamado “Justicia para nuestras hijas”.

Después, pasados unos meses, tras una apelación al último fallo, encontraron culpable al asesino, pero este, ya estaba prófugo. Entonces la misma soberana coadyuvó para tratar de detener al homicida confeso. Dirigió las investigaciones para dar con el verdugo. Ella era muy valiente y llegó a hablar ante las cámaras para clamar justicia.

La noche del jueves 16 de diciembre la reina estaba afuera del palacio, en la plaza principal a la que llegan los caminos de Aldama y Universidad en el centro del reino. Cuando llegó un carruaje blanco, pero funesto. Bajó un verdugo. Se dirigió a la soberana. Según los dibujos del cuento, discutieron y por primera vez se vio a su majestad correr, huir de la embestida, debió tener mucho miedo del verdugo, amigo del dragón y de la Corte Imperial.

De manera vil correteó a la reina y ella intentó refugiarse a las puertas del palacio. Pero antes, el mísero cobarde, le clavó la espada (bala calibre 9 mm) a quemarropa. Ella cayó muerta con sus tenis blancos en la banqueta de su propio castillo (Palacio de Gobierno).

Desde entonces, el pueblo ha parecido tener mucho miedo, pues ha callado por la injusticia cometida, han permitido esta atrocidad en una familia real y se han hecho responsables, dándose a conocer la situación de arbitrariedad en la Corte Imperial (Sistema de Justicia Penal) que impera en el reino.

En la búsqueda de justicia por la muerte de la princesa, la reina ha muerto. Se ha cumplido la sentencia que la soberana un día expresó: “aunque me lleve la vida, lo voy a localizar un día…”.

Ahora el pueblo y los plebeyos deben continuar la protesta contra la impunidad que se ha apoderado de este reino y que ha lacerado a sus habitantes; para que no se vuelvan a escuchar gritos como los de la reina Marisela Escobedo, el mayor estruendo del que pueda acordarme haber leído en un cuento.

domingo, 2 de enero de 2011

Me & Cinderella

Centenares soles se han puesto
Las alas de Alejandro han tomado vuelo
Hojas secas se han arremolinado frente a mi puerta
Viento sopló fuerte frente a mi cara
Sello mis oídos con algodones y me evaporo
Me

Granjas del sur han mostrado flores amarillas
La casa pequeña ha emanado calor fulgente
Violines han conversado a gemidos
Pies caminaron para asir un brazo hermano
Las horas avanzan y se sientan a la mesa
&

Lagos de agua azul celeste se han secado
Los conejitos silvestres se han asomado
Discursos simples han surgido efervescentes
De voces expertas surgió un afecto
El respiro es constante y no parece apagarse
Cinderella

Barcos siguen de pie en el monte alto
La mañana más fría es camino por andar
Ojos ven que hay manos labrando barro duro
La nube protectora ofrece alientossombra
Un río juega con libros de fábulas grises, el puente los vigila
Queda Me & Cinderella


MMX