He aprendido a estimar su belleza
Sus arenas finas y brillantes han sido cálidas
En sus montículos se deja ver su sonrisa
En las cuevas de la planicie el claro de su mirada
No he encontrado un rincón de asperezas
Sobre sus campos vuelan las aves ligeras
El aire acaricia sus exuberantes mejillas rojas
En la llanura de su pecho se antoja pasar las horas
Bajo rayos de sol habla contento
Bajo las nubes nocturnas descansa en silencio
Las cicatrices de huellas borra arrogante
Debajo de su piel cobija bellos insectos
Admiré tantos años los verdes de infancia
Que creía horrendos los espacios de Arabia
He girado los mapas a cortas y largas distancias
He hallado los polvos más bellos y suaves en casa
Bailo y agito las arenas de esta cúspide encantada
Bailo, ciertas me impregnan y otras vuelan tiernas
Bailo y el sol me regala una sombra gemela
Bailo en el desierto, entonces mi alma aletea
3 comentarios:
Es extraordinario!
Incríble poema!
Poesía que esconde la más entrañable pasión. Y a su ves asoma toda transparencia.
Muy bueno!
Hacen falta más poemas!
Está muy lindo!
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